Manual de supervivencia para las "Fiestas Patrias"
Por: Kamila Moreno
@corazondetiza19

¿Independencia?
“… la historia colombiana resulta ser un cúmulo de “victorias criollas”, enaltecimientos a españoles, superficialidad de los conflictos armados y (…) la estigmatización de quien siempre ha pensado diferente.”
Entender el proceso histórico que Colombia ha sufrido a lo largo del tiempo es quizá una tarea que se debería hacer en nuestros años escolares. Sin embargo, poco nos acercamos a estos temas espinosos y si lo hacemos, la historia colombiana resulta ser un cúmulo de “victorias criollas”, enaltecimientos a españoles, superficialidad de los conflictos armados y por supuesto, la estigmatización de quien siempre ha pensado diferente. Por esto, y aludiendo en cierta medida a la conmemoración de la primera revuelta registrada en Colombia, desde Surterráneo te traemos este artículo que esboza la cronología colombiana en torno a sus eventos históricos más relevantes con su respectiva banda sonora que no solamente podrás leer sino también escuchar en nuestra playlist.
Como punto de partida de nuestra cronología, nos encontramos la Patria Boba, nombre designado por Antonio Nariño al periodo comprendido desde la “declaración de independencia” en 1810 hasta el comienzo de la reconquista española en 1815 a cargo de Pablo Murillo. Se le adjudicó este nombre a la “Independencia” en tanto los conflictos respecto a la forma de organizar el nuevo gobierno no cesaban impidiendo una consolidación clara y precisa sobre el quehacer entre federalistas, centralistas y realistas causando la autoproclamación de autoridades, Juntas Independientes y la soberanía de todas las provincias del Nuevo Reino de Granada, convirtiéndose el territorio en un mal llamado federalismo que solo disfrazaba la impotencia y la ausencia de unidad.
Estos sucesos dieron paso a que en 1815 los españoles comenzaran un plan de Reconquista de la Nueva Granada y Venezuela no solo para reestablecer el virreinato que años atrás habían perdido, sino también para terminar con las campañas libertadoras; propósito que solo podría darse masacrando, apresando, torturando y asesinando a cualquier político, militar o civil que pudiera simpatizar con la causa independentista. El objetivo de invasión y matanza se cumplió dando lugar al Régimen de Terror estableciendo tribunales militares donde los independentistas sobrevivientes eran juzgados, entre ellas Policarpa Salavarrieta y Antonia Santos.
A pesar de que varios grupos independentistas lograron estar activos durante esta época no fue sino hasta 1819 que se comenzó a ejecutar el proceso que concluiría el dominio español en tierras Granadinas por diversos sucesos: el comando de Simón Bolívar, su ejército republicano que cruzó las montañas entre Casanare y Tunja, y la victoria obtenida en las batallas de Pore, el Pantano de Vargas y el puente de Boyacá pudiendo tomar el control definitivo de Santa Fe proclamando la República de Colombia como un territorio libre de españoles.
Y aunque pueda sonar ilógico que la música hiciera parte de estos escenarios tan convulsos y tensos, esta hizo parte importante de la cultura e incipiente patriotismo que se necesitaba desde años anteriores. Así pues, encontramos al bambuco como principal género musical en la primera independencia con La Guaneña como principal composición. Años después, es importante mencionar que los músicos reclutados para las campañas militares no combatían, sino que tocaban piezas que levantaban los ánimos siendo la contradanza y el vals los géneros trendy de la época. Canciones como La Libertadora, La Vencedora enaltecen el triunfo del ejercito libertador en 1819, siendo esta última el primer himno del prospecto de república que comenzaba a gestarse.
Al alcanzar la ruptura con la corona española, Colombia fue un territorio que por primera vez se enfrentaba a sus propios problemas: experimentación política, poco crecimiento poblacional, estancamiento económico, cuestionamientos de la doctrina religiosa, libre albedrío, entre otros. Entre 1837 y 1841 se llevó a cabo el primer conflicto interno conocido como La guerra de los supremos que se dio por el ordenamiento de la ley de supresión de conventos que albergaban a menos de 8 religiosos. Este conflicto y sus posteriores vertientes fueron acompasados por orquestas compuestas por gaitas, maracas y tambores, la partitura de Marcha para los funerales del libertador y La Oda al 20 de Julio, cuando este día fue institucionalizado como fiesta nacional.
Dedicarle letras a esta época del país es de relevancia en la medida en que desde el siglo XIX se dan los primeros intentos de estructuración de los partidos liberal y conservador siendo tradicionalmente dos bandos que han traído violencia, corrupción y masacres hasta el sol de hoy. En 1848 se construyeron los fundamentos liberales y un año después los conservadores basando su ideología en el federalismo y el centralismo propios de la independencia, además de recoger posturas que nacieron del pensamiento de Francisco de Paula Santander. El escenario musical por este tiempo tuvo lugar en la creación de pequeños grupos filarmónicos destinados a explorar los nuevos ritmos neogranadinos como el bambuco y el pasillo principalmente compuestos e interpretados por mujeres.
Con esta nueva disputa ideológica Colombia logró parcialmente abolir la economía colonial y sus preceptos. Las ideas conservadoras fueron bien recibidas y el país se adentró en el típico sistema capitalista que punteaba en occidente estableciendo la constitución de Rionegro que para el momento iba a representar la falsa victoria de los nuevos intereses y la adquisición de libertades individuales como derecho. Estos replanteamientos trajeron consigo que lo liberal trastabillara en varias ocasiones y los conservadores lograron apropiarse del sistema desde diversas ramas del poder causando no solo que la brecha entre partidos se hiciera cada vez más cruel y sanguinaria (como en La Guerra de los mil Días), sino también que se instaurara una hegemonía conservadora que duró 44 años a cargo de José María Campo Serrano, y que finalizó con la derrota de los conservadores en las urnas al ser elegido Enrique Olaya Herrera, reconocido liberal de la época.
Posterior al gobierno de Enrique Olaya Herrera en 1934, Alfonso López Pumarejo fue elegido presidente y gobernó por dos periodos logrando avances significativos como la primera reforma de la Constitución, la organización del sindicalismo, el derecho a la huelga, el desarrollo de la Universidad Nacional, la libertad de culto, la protección de la maternidad y la adjudicación de la mujer colombiana como ciudadana, además de incomodar a la oposición con la reforma agraria que pretendía realizar. Después Eduardo Santos logró el mandato y tuvo que sortear la masacre de Gachetá: hecho de orden público, no político y bien aprovechado por el partido Conservador afirmando que el autor intelectual de la masacre había sido el gobierno del presidente electo.
En lo que a música respecta, durante 1916 y 1934 donde la capital permitió el crecimiento de las artes escénicas, manuales y musicales como muestra del “progreso patriótico”. Pero como suele suceder, este mal llamado progreso solo se preocupaba por el recato y la delicadeza de los ritmos del exterior logrando una segregación por lo propio y lo popular. Así, el teatro Colón albergaba a los artistas extranjeros y clásicos de renombre y la música popular (trovadores, intérpretes de bambuco, pasillos y gavotas) era tocada en plazas, cafés y piqueteaderos. Aún no había mezclas con los ritmos del Pacífico porque estas regiones no eran culturalmente aceptadas. Es decir que el vallenato, el porro y la cumbia vivieron aislados hasta las primeras rumbas criollas en la ciudad. Canciones como Los cucaracheros, Manzanita colorada, Camino de Bogotá y Zumben tambores fueron las más escuchadas.
A los años anteriormente reseñados desde 1925 y hasta 1958 se le conoce como La Violencia, periodo donde sin haberse declarado una guerra civil, había confrontaciones armadas, agresiones persecuciones y masacres entre partidos. Este conflicto se acentuó con el asesinato de Jorge Eliecer Gaitán en 1948 causando El Bogotazo. Sin embargo, y aunque suene crudo, este evento no fue el más sanguinario, pues ambos partidos crearon sus respectivos grupos armados; Los Chulavitas y Pájaros del lado conservador, y Los Cachiporros del lado liberal causaron entre 113.000 y 300.000 muertes además del desplazamiento forzado de más de 2’000.000 de personas que habitaban en el campo y debieron trasladarse a la ciudad.
Como posible fin a este conflicto y con el propósito también de sacar del poder a Gustavo Rojas Pinilla que pretendía mantenerse en el poder (porque en la historia de Colombia no hay más vericuetos porque no se puede), surge un pacto político entre partidos que se conoce como el Frente Nacional y consistió en alternar la presidencia por acuerdo bipartidista durante cuatro periodos constitucionales, distribuir los ministerios y todo lo que la burocracia de las 3 ramas del poder suponían intentando reorganizar el país luego del régimen de Rojas Pinilla. Este acuerdo, en efecto logró la disminución de la violencia (ALERTA DE SPOILER: La Violencia en Colombia aún no termina), pero acrecentó otros problemas de índole económico, social y político causando el inicio del conflicto armado que aún rige Colombia.
Por estos tiempos violentos, la música seguía su curso y encontramos que el Bogotazo puede remembrarse en la voz de Lucho Bermúdez con su canción Salsipuedes que nos cuenta su experiencia en el hotel Granada durante la turba del 9 de abril. También Eduardo Armani y su orquesta componen el porro titulado ¡A la carga!, canción que surge como un homenaje al caudillo y era escuchada den los lugares que él frecuentaba. También, el vallenato y la cumbia lograron ser escuchados en otras regiones y logrando escuchar a Rafael Escalona con su canción El testamento y a la Negra grande de Colombia con Navidad negra. De igual modo, surgió una gran producción de rock y de canción protesta en los 60. Artistas nacionales como Sergio Torres, Ana y Jaime, Los Yetis, The Speakers y The Flippers fueron bastante sonadas en las radio estaciones de la época pese a la censura y restricciones.
Y como todo tiene su final, el del Frente Nacional fue en 1974 porque fue considerado como una democracia que no era democracia en sí misma y que solo ofrecía dos opciones de poder evitando que otras fuerzas políticas pudieran ser participes de la democracia. A causa de este inconformismo, de nuevas ideologías que recorrían Latinoamérica y de la inminente desigualdad social surgieron nuevos grupos armados como las FARC-EP en 1964, el ELN en 1965, el EPL en 1967 y el M-19 en 1973 siendo este último consecuencia del fraude electoral en 1970. Para estas épocas, la música protesta y la plancha llegaban desde Argentina, Chile y México en diversas voces como Amanda Miguel, Leo Dan, Leonardo Favio, Piero, entre otros, y canciones nacionales como Rebelión de Joe Arroyo, Ay… Mi Llanura de Arnulfo Briceño y Mi Buenaventura de Peregoyo y su Combo Vacaná intentaban dar aires de fiesta, carnaval y danzón.
Si darle paso al arte resulta en muchas ocasiones complejo, imaginen darle paso al arte entre tanta sangre, masacres, estigmas y conflicto. No ha sido tarea fácil ni un ejercicio bien visto entre la sociedad. Sin embargo, la música ha permitido decir lo que no se ha querido que se diga bajo la excusa de ser solo música. También, la música ha permitido conocer el mundo desde nuestros hogares, incomodar o agradar a los vecinos, enamorar y desenamorar, proponer verdad y justicia. Y por eso desde Surterráneo propusimos esta cronología ingrata por sus eventos, pero grata porque trae música como sanación, reparación, verdad y esperanza. Esperanza que ha renacido tantas veces como la han asesinado. Esperanza entre la corrupción, el hambre, el desplazamiento, la violencia hacia las mujeres, las balas, las torturas y desapariciones. Esperanza que retumba en los salones de clases. Esperanza que lleva tantos ritmos como rostros.